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L´Ombilique des Limbes, Burkina Faso
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lunes, 22 de septiembre de 2008

Papalagi Taparrabos y esteras (ültima parte)

Por su parte, la mujer tiene muchas ropas de todos los colores, a menudo llenando un gran número de canastas, y la mayoría de sus pensamientos están dedicados a la elección de qué taparrabos llevar y cuándo, si debe llevar uno largo o uno corto, y habla apasionadamente sobre los abalorios que supone van de acuerdo con la prenda; el hombre sólo tiene un traje de fiesta y rara vez habla sobre él. Éste es el llamado ropaje del pájaro: un largo taparrabos negro que mengua en un punto de la espalda, como el rabo de un loro en la selva7. Con este traje
ceremonial, las manos también tienen que ser cubiertas con pieles blancas, pieles que han de ser metidas en los dedos y están tan ajustadas que hacen que la sangre se encienda y hormiguee en la cabeza. A los hombres inteligentes se les permite, por consiguiente, llevarlos en una mano o ponerlos en el taparrabos cercano a la glándula del pecho.
Cuando un hombre o una mujer dejan su choza y salen a la calle, se envuelven en otra ropa muy ancha, que puede ser más gruesa o más fina, depende de cuánto brille el sol. Entonces cubren también sus cabezas. Los hombres, con un recipiente para beber, negro y rígido, que es redondo y hueco como los techos de nuestras chozas samoanas. Las mujeres llevan grandes cesterías de mimbre o canastas invertidas, plumas, tiras de tela, cuentas y otras clases de abalorios. Estos cubre-cabezas se parecen mucho al tuigas de una Taopou, excepto que son mucho más bellos y no se caen durante una tormenta o mientras se baila. Cuando se encuentran con alguien, los hombres blanden sus pequeñas cabezaschozas, mientras que las mujeres únicamente inclinan sus cargadas cabezas muy lentamente, como un bote que está sobrecargado.

Sólo por la noche, cuando el Papalagi va a la cama, se quita de verdad todos sus taparrabos, aunque sólo para reemplazarlos inmediatamente por otro que se abre por la parte de abajo y deja los pies desnudos. Por la noche usualmente las mujeres y muchachas llevan una tela que tiene preciosos bordados en el cuello, aunque rara vez se muestran mientras la llevan. Tan pronto como el Papalagi yace en su estera, se cubre hasta el cuello con las plumas del estómago de un gran pájaro, envueltas por una enorme pieza de tela que impide que vuelen esparciéndose. Estas plumas hacen sudar al cuerpo y contribuyen a que el Papalagi crea que yace al sol, aun cuando no brille en absoluto. Curiosamente por el verdadero sol tienen muy poco interés.
Se entiende fácilmente que haciendo todo esto el cuerpo de los Papalagi se vuelva de un blanco pálido y carezca del color de la alegría. Pero eso es lo que en realidad le gusta al hombre blanco. En especial las muchachas están continuamente alertas para proteger su piel de la gran luz que podría quemarla y enrojecerla. Tan pronto como salen al sol sostienen un gran toldo sobre su cabeza. ¡Como si la palidez de la luna fuera más bonita que el color del sol! Los Papalagi prefieren hacer estas cosas a su modo y están siempre redactando leyes para respaldar sus puntos de vista. Aunque sus narices sean tan agudas como los dientes del tiburón, ello no significa necesariamente que sean más bellas que nuestras narices, que son redondas y suaves. ¿Creemos que son feos porque pensamos de modo distinto sobre todo esto? Como los cuerpos de las mujeres y muchachas están siempre cubiertos, vive dentro de los
hombres el profundo deseo de ver su carne. Algo que uno puede muy bien imaginar. Tienen eso en su mente día y noche, y hablan mucho del cuerpo femenino de tal modo que vosotros pensaríais cómo una cosa tan bella y natural puede ser pecado y debe esconderse en la oscuridad. Sólo si empezaran a enseñar esa carne podrían centrar su atención en otras cosas y sus ojos cesarían de murmurar palabras sucias cuando pasa una chica.
¿Podéis imaginar mayor locura, amigos míos que se considere la carne como un pecado, un aitu9? Si tuviéramos que creer al hombre blanco, compartiríamos su deseo de que nuestra came se convirtiera en lava congelada, sin el calor benéfico que brota del interior. Sin embargo, nosotros queremos seguir divirtiéndonos, seguir comunicándonos a través de nuestros cuerpos con el sol, guardando nuestra habilidad de correr como caballos salvajes, porque estamos desembarazados de taparrabos y no tenemos pielesprotege-pie que nos hagan retrasar los pasos y no nos preocupamos de las cubiertas cayendo de nuestras cabezas. Disfrutemos de la vista que nos ofrece una doncella esbelta de cuerpo y con los miembros brillando al sol, o también bajo la luna. El hombre blanco que tiene que cubrirse tanto para esconder su vergüenza está loco, ciego y no siente los verdaderos placeres de la vida.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Papalagi - Taparrabos y Esteras 3

Vivió una vez allí, en Europa, un Papalagi que se hizo famoso y al que mucha gente acudía porque les decía que no era bueno llevar estos pellejos ajustados y pesados alrededor de los pies; en cambio caminar descalzo bajo el cielo abierto, mientras el rocío de la noche todavía yace sobre los campos, hace que todas las enfermedades desaparezcan de ti. Ese hombre era muy sabio y de muy buena salud, pero la gente se rió de él y pronto fue olvidado.
Al igual que el hombre, la mujer también lleva esteras y taparrabos ajustados a su cuerpo y tobillos; por eso su piel está llena de cicatrices y cardenales. Sus senos se han vuelto fláccidos por la presión de una estera que atan alrededor del pecho, desde la garganta hasta la parte baja del cuerpo y también alrededor de la espalda, con un apuntalamiento suplementario de espinas de pescado, alambre de hierro y cuerdas. La mayoría de las madres dan a sus hijos leche de un tubo de vidrio que se cierra por la parte de abajo y que tiene una tetilla artificial sujeta a la parte superior. Y no siempre dan su propia leche, sino la leche de un animal feo con cuernos que ha sido sacada tirando fuertemente de sus cuatro pezones del vientre.
Sin embargo, es común que los taparrabos de las hembras sean más finos que los de los machos, y con más colorido y atractivo. Algunas veces se permite que la carne de los brazos y de la garganta asome, enseñando de este modo más carne que los machos. No obstante, se considera virtuoso que una chica se mantenga completamente cubierta y entonces la gente dice: «ella es casta», lo que significa que sigue las reglas del comportamiento decente.
Por esto nunca he entendido por qué está permitido que mujeres y muchachas muestren la carne de sus espaldas y cuello en las grandes fonos' sin caer en desgracia. Quizás en ello resida la gran atención de la fiesta, en que las cosas que han estado prohibidas todo el tiempo, se permiten ahora. Los hombres siempre mantienen sus torsos y cuellos completamente cubiertos. Desde sus gargantas hasta sus pectorales, los alii6 llevan un taparrabos enyesado del tamaño de un aro blanco, también atiesado con yeso, y arrollado al cuello. A través del aro, él hace salir una pieza de tela con colores doblada como la cuerda de un bote; está atravesada por una aguja de oro o una perla, y cuelga a lo largo del escudo blanco. Muchos Papalagi también llevan aros de yeso alrededor de las muñecas, pero nunca en los tobillos.
Este escudo y aros blancos son muy importantes. ¡Un Papalagi nunca se presentaría ante una mujer sin sus ornamentos en el cuello! Si ese aro se volviera sucio y no brillase, sería aún peor. Por esa razón los alii de alta cuna cambian sus corazas y anillos de yeso cada día.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Papalagi - Taparrabos y Esteras 2

Oíd cuán pesadas cargas lleva un solo Papalagi en su cuerpo, vosotros
hermanos, los más elegantes de muchas islas! Para empezar, el cuerpo
desnudo se envuelve con una piel blanca y gruesa, hecha de las fibras de
una planta, y llamada sobrepiel. Se lanza arriba al aire, y luego se deja
caer deslizándola hacia abajo por la cabeza, el pecho por encima de los
brazos hasta las caderas. De abajo a arriba, desde las piernas y caderas
hasta el ombligo, se lleva otra de estas sobrepieles (camisetas). Estas dos
pieles están cubiertas por una tercera que es más gruesa. Una piel tejida
con los pelos lanosos de un animal de cuatro patas, especialmente criado
para este propósito. Esto es el verdadero taparrabos. Usualmente se
compone de tres partes: la primera cubre la parte superior del cuerpo; la
segunda, la sección media; y la tercera, las caderas y las piernas. Las tres
partes están unidas por conchas y cuerdas hechas con savia seca del árbol del caucho, por eso
dan la impresión de ser una sola pieza. Normalmente este taparrabos
tiene el tono la gris de la laguna durante el húmedo monzón. No puede
ser nunca totalmente de colores, como máximo la parte media, y
entonces sólo la lleva la gente que tiene mala reputación y a la que le
gusta perseguir al otro sexo.

Finalmente, alrededor de los pies se atan una piel tal moldeable como
recia. Normalmente la piel suave es elástica y se moldea bien a la forma
del pie, pero la dura no lo hace en absoluto. Están hechas de gruesos
pellejos de animal que han sido puestos en remojo, deshollados con
navaja, golpeados y colgados al sol tanto tiempo que se han endurecido y
curtido. Usando esto, los Papalagi construyen una especie de canoa con
los lados altos, lo suficientemente grande para que el pie se ajuste. Una
canoa para el pie izquierdo y otra para el derecho. Estos pequeños
«piesbarcos» están sujetos alrededor de los tobillos con cuerdas y garfios
para contener el pie dentro de una fuerte cápsula, como el caracol en su
casa. Los Papalagi llevan estas pieles desde el amanecer al ocaso, los
llevan incluso de malaga4 y cuando bailan, los llevan incluso cuando hace
tanto calor como antes de una tormenta de lluvia tropical.

Esto va contra la naturaleza y también lo entiende así el hombre
blanco; cansa sus pies hasta que parecen muertos y apestados, y como
que han perdido la habilidad de agarrar cosas o de trepar a los árboles, los
Papalagi tratan de esconder su vergüenza embadurnando el pellejo
animal, que originalmente parecía rojo, con una especie de grasa que lo
hace brillar después de extenderla frotando. Resplandecen con tanto
brillo que a duras penas pueden los ojos soportar el destello y tienen que
desviar la mirada.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Les presento un manuscrito

A continuación voy a postear la introducción a un manuscrito que iré posteando por entregas, ya que creo merece ser compartido...

Estos escritos nos ofrecen a nosotros, los hombres blancos o "Papalagi". la visión de un hombre de Samoa, su jefe, tras una visita a Europa a principios del siglo XX.

A principios del siglo XX, en el año 1914, el artista alemán Erich Scheurmann viaja a la Isla de Samoa, por entonces colonia alemana, huyendo de la I Guerra Mundial. Allí conoce al jefe samoano Tuiavii de Tiavea, literalmente "Jefe de Tiavea", con el que traba amistad. Por aquella época la "fiebre" antropológica recorre Europa. Gracias a las colonias y a recientes hallazgos arqueológicos, Occidente descubre nuevas y diferentes civilizaciones y la curiosidad por estas culturas prende mecha y se inician numerosos estudios antropológicos de todo tipo.

Tuiavii de Tiavea, después de entrar en contacto con los occidentales, antropólogos, que habían llegado a su tierra para estudiar su isla y sus costumbres, y convencido de que la fascinación que el hombre blanco empezaba a ejercer entre su gente no les iba a traer nada bueno, decide ir a conocer de primera mano el mundo de occidente. Con este cometido viaja a Europa y recorre varios países estudiando y analizando cómo es la vida, las costumbres y los valores de los hombres y mujeres que allí habitan. De regreso a su tierra prepara los discursos a través de los cuales quiere mostrar a su gente que lo que ha visto, en efecto, no es una vida buena ni envidiable.

Van a notar, que el Jefe de Samoa se vale de ciertas expresiones para explicar a sus compatriotas isleños, a modo de metáforas, ya que no hay ahí telas, puertas o paredes. Espero que lo disfruten... Iré seleccionando y mostrando por entregas para que no se haga largo en un solo post

COMO CUBREN LOS PAPALAGI SU CARNE O SUS NUMEROSOS TAPARRABOS Y ESTERAS (parte 1)

Los Papalagi están siempre cavilando cómo cubrir su carne del mejor
modo posible. Un blanco, que tenía mucha influencia y estaba
considerado muy sabio, me dijo: «el cuerpo y todos sus miembros son
carne; es a partir del cuello donde empieza la verdadera persona». Creía
que sólo la parte del cuerpo que alberga con sus atributos buenos y malos
merece nuestra atención, refiriéndose a la cabeza, naturalmente. Los
blancos dejan descubierta la cabeza y algunas veces las manos. Sin
embargo, la cabeza y las manos están hechas de carne. Quienes que
muestran algo más de su carne no pueden alcanzar una perfecta imagen
moral.

Cuando un joven toma a una mujer para que sea su esposa, no puede
estar seguro de que le va a agradar, porque antes de esta ocasión nunca
ha visto su cuerpo'. Cada muchacha cubre su cuerpo, aunque tenga la
figura de la más bella Taopou2, de modo que nadie puede ver y disfrutar
de tan espléndida visión. La carne es pecado. Esto es lo que los Papalagi
dicen, porque para ellos sólo el espíritu cuenta. El brazo que se alza a la
luz del sol para lanzar un venablo... es una flecha de pecado. El pecho al
que las olas del aire envuelven, es una casa donde el pecado vive. Los
miembros, con los que la doncella ofrece el siva3, son pecadores. Y con
toda seguridad, aquellas partes del cuerpo dedicadas a hacer nueva gente
y a deleitar al mundo con ellas, ¡están llenas de pecado! Todo lo que se
considera carne es ur. pecado. Hay un veneno viviendo dentro de cada
músculo, un veneno traidor que salta de una persona a otra. Aquellos que
miran la carne absorben el veneno, son heridos por él y se convierten en
seres tan depravados como los que la estaban enseñando. Esto es lo que la
sagrada moral de los blancos nos dice.

Ésta es la razón por la que el cuerpo de los Papalagi va enteramente
cubierto de taparrabos, esteras y pellejos de animales, tan
herméticamente ajustados que ni siquiera un ojo humano ni los rayos del
sol son capaces de penetrarlos, tan apretados que su cuerpo se vuelve de
un blanco descolorido y parece cansado como una flor que crece en el
bosque bajo pesados árboles.

lunes, 8 de septiembre de 2008

PAPELES MOJAOS

UNA REALIDAD QUE TODOS CONOCEMOS... QUE NO POR ESO ME DEJA DE DOLER.
EL GRUPO UN HALLAZGO PARA MÍ.



Miles de sombras, cada noche, trae la marea.
Navegan cargaos de ilusiones que en la orilla se quedan.
Historias del día a día, historias de buena gente.
Se juegan la vida cansaos, con hambre y un frío que pela.

Ahogan sus penas con una candela, ponte tú en su lugar.
El miedo que en sus ojos reflejan … la mar se echó a llorar.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Frágiles recuerdos a la deriva desgarran en el alma.
Calaos ‘ta los huesos, el agua los arrastra sin esperanza.
La impotencia en sus gargantas con sabor a sal,
una bocaná’ de aire les daba otra oportunidad.

Tanta injusticia me desespera, ponte tú en su lugar.
El miedo que en sus ojos reflejan … la mar se echó a llorar.

Tanta injusticia me desespera, ponte tú en su lugar.
El miedo que en sus ojos reflejan … la mar se echó a llorar.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño.

Muchos no llegan, se hunden sus sueños.
Papeles mojaos, papeles sin dueño

jueves, 4 de septiembre de 2008

PLEAMAR


Pleamar

Temblando temblor trémulo
Mi cuerpo diapasón
Vibra tu toque

Remolino al centro
Mi ombligo
Desagota huracanes

Párpados silentes
Mis ojos
Te develan sin remedio

Entregada de toda entrega
Gineceo expectante
Estallo en fuegos de artificio