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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Papalagi - Taparrabos y Esteras 2

Oíd cuán pesadas cargas lleva un solo Papalagi en su cuerpo, vosotros
hermanos, los más elegantes de muchas islas! Para empezar, el cuerpo
desnudo se envuelve con una piel blanca y gruesa, hecha de las fibras de
una planta, y llamada sobrepiel. Se lanza arriba al aire, y luego se deja
caer deslizándola hacia abajo por la cabeza, el pecho por encima de los
brazos hasta las caderas. De abajo a arriba, desde las piernas y caderas
hasta el ombligo, se lleva otra de estas sobrepieles (camisetas). Estas dos
pieles están cubiertas por una tercera que es más gruesa. Una piel tejida
con los pelos lanosos de un animal de cuatro patas, especialmente criado
para este propósito. Esto es el verdadero taparrabos. Usualmente se
compone de tres partes: la primera cubre la parte superior del cuerpo; la
segunda, la sección media; y la tercera, las caderas y las piernas. Las tres
partes están unidas por conchas y cuerdas hechas con savia seca del árbol del caucho, por eso
dan la impresión de ser una sola pieza. Normalmente este taparrabos
tiene el tono la gris de la laguna durante el húmedo monzón. No puede
ser nunca totalmente de colores, como máximo la parte media, y
entonces sólo la lleva la gente que tiene mala reputación y a la que le
gusta perseguir al otro sexo.

Finalmente, alrededor de los pies se atan una piel tal moldeable como
recia. Normalmente la piel suave es elástica y se moldea bien a la forma
del pie, pero la dura no lo hace en absoluto. Están hechas de gruesos
pellejos de animal que han sido puestos en remojo, deshollados con
navaja, golpeados y colgados al sol tanto tiempo que se han endurecido y
curtido. Usando esto, los Papalagi construyen una especie de canoa con
los lados altos, lo suficientemente grande para que el pie se ajuste. Una
canoa para el pie izquierdo y otra para el derecho. Estos pequeños
«piesbarcos» están sujetos alrededor de los tobillos con cuerdas y garfios
para contener el pie dentro de una fuerte cápsula, como el caracol en su
casa. Los Papalagi llevan estas pieles desde el amanecer al ocaso, los
llevan incluso de malaga4 y cuando bailan, los llevan incluso cuando hace
tanto calor como antes de una tormenta de lluvia tropical.

Esto va contra la naturaleza y también lo entiende así el hombre
blanco; cansa sus pies hasta que parecen muertos y apestados, y como
que han perdido la habilidad de agarrar cosas o de trepar a los árboles, los
Papalagi tratan de esconder su vergüenza embadurnando el pellejo
animal, que originalmente parecía rojo, con una especie de grasa que lo
hace brillar después de extenderla frotando. Resplandecen con tanto
brillo que a duras penas pueden los ojos soportar el destello y tienen que
desviar la mirada.

2 comentarios:

ADALBERTO dijo...

Con qué sutileza y originalidad, casi diría poética, comparan los usos del hombre blanco con los de ellos. Para tener en cuenta! Podremos cambiarlos?
Un beso. Adal.

Anastácio Soberbo dijo...

Hola, me encanta el blog.
Lo siento no escribir más, pero mi español es malo escrito.
Un abrazo de Portugal